domingo, 24 de febrero de 2013

Biblioteca de Autor: Hector Cabot


De Héctor Cabot hemos seleccionado los cuentos: “Infierno en la tierra”, “Silenciosamente como aquí”, extraídos de su libro inédito “Silenciosamente como aquí”. Y un capítulo de su novela “La canción de Trilce”, publicada en 2007 por Cri Sol Ediciones.


Contemplativa, conjetural, sensible, lúcida e incisiva; así es la literatura de Héctor Cabot, escritor salteño de origen tucumano, que desde la diáspora de los ‘70 mudó su domicilio a Tartagal.

Famaillá. San Miguel de Tucumán. Tartagal; siento aquí esta suerte de hitos que gráficamente pretenden sintetizar el recorrido de un escritor infatigable, por las vastas geografías de un norte hecho de polvo, lluvia negra de hollín de los ingenios y ocasos anaranjados sobre las rutas y los caminos que conducen siempre al mismo lugar: el hombre.

Hay un adentro del adentro, una profundidad sobre la cual se puede, no obstante, punzar de nuevo. Cabot sabe, claro que sabe, que la literatura es la comprensión sensible del hombre, ese animal en su hábitat de casas de adobe o ladrillos.

Habitante de una época siniestra, Héctor ha sabido encontrar en la literatura la magnánima arma para esgrimir la defensa de los olvidados de siempre. Su mirada humanista se posa con sutil cuidado (también la forma es la proyección de un contenido) sobre obreros, trabajadores, amas de casa, jóvenes estudiantes con anhelo de progreso, desasosegados desempleados, furiosos ebrios consuetudinarios que al tiempo que minan sus propias vidas, hunden a sus escuálidas familias, exacerbando la experiencia de una violencia silenciosa, con la que poder vengar la otra violencia, la de arriba, la de afuera. (“Silenciosamente como aquí”).

Neorrealismo norteño, en el que la austeridad es la estética predominante y los antihéroes (los anónimos, los parias) devienen héroes de sus propias hazañas por sobrevivir en la maleza del hambre, la exclusión social y la desesperanza.

Prolífico e incesante, Cabot escribe. Como la libertad para Sartre, la literatura es en él la textura misma de su ser.

Escribe; sabe que el tiempo vuela, que es menester aprovecharlo. Escribe y su escritura es el indudable documento de un lugar y de una época.

Escribe y su escritura es un modo piadoso, benévolo de administrar justicia, redimiendo o señalando lo que algún día deberá ser redimido: Norma Condorí asesina al hombre que ha venido subyugándola desde pequeña. Mata a su padrastro porque en esta selva es preciso defenderse para sobrevivir. (“Infierno en la tierra”).

Un silencio va royendo las ya desgastadas vidas de esa Salta otra, la herida Salta de Cabot.

Hemos decidido incluir el capítulo 21 de la novela “La canción de Trilce”, para completar el mapa literario que da cuenta de la vivencia (desde la ficción norteña) de la dictadura del ’76 y su impacto nefasto proyectado en la democracia. El mapa se completa con “Terra- bussi”, de Candelaria Rojas Paz, “El ómnibus como posible vengador anónimo”, de Lorenzo Verdasco y tal vez, según lo expuesto en su correspondiente reseña, “No quieren que seamos felices”, de Alejandro Nicolau.

En “La canción de Trilce”, Rosa Delia es la metonimia dolorosa de los restantes 29.000.

Cabot expande la multiplicidad semántica de la palabra “Desaparecido”; la raspa, la rasguña, la muerde, como si cavara la tierra buscando.

Hay una inocencia que se ha perdido; y al menos esa palabra nunca significará lo mismo para nosotros, los argentinos; sea cual sea la provincia de la que procedamos. También la historia nos iguala.

“La palabra desaparecido es de una lengua torturada y viene de la muerte con su obra macabra y entra en las casas de las ciudades, de las villas, en las fábricas, insolente, clandestina, quitando historia, llevándose la vida a retorcidos laberintos, palabra que no tiene impunidad y que entonces andaba arrebatadora de pensamientos, palabras de la desgracia que nadie ve, herida sorda que nos dejaba solamente azorados días.
Palabra jamás parecida a un corazón.
Palabra amorfa y atroz, encapuchada fuera de la ficción y de la poesía, tan marcial, tan oficial, de aberrante tránsito, demonizada por el que la explicó así Un desaparecido es alguien que no tienen identidad, no está, es un…desaparecido”.

Le pido que me diga qué es la literatura para él. No duda. Me responde:

“La literatura es el lugar donde se anidó mi alma en el refugio de las palabras para encontrar en la escritura la propia existencia sin vacíos y dejar los miedos de crecer; y así la vida vuelve a empezar”.

Y agrega, en esa aggiornada carta que me escribe por mensaje privado de facebook:

“Espero te guste. Cariños. En noviembre andaré por ahí”.

Y siento que el norte es un pañuelo donde poder llorarnos.-

María Belén Aguirre

*Reseña perteneciente a "AUTORES Y/O TEXTOS INÉDITOS POR SÍ MISMOS. Otra antología", Biblioteca Parlante Haroldo Conti y Peras de Olmo- Ars continua, 2011.



INFIERNO EN LA TIERRA



SILENCIOSAMENTE COMO AQUI



LA CANCIÓN DE TRILCE (FRAGMENTO)


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