lunes, 27 de febrero de 2012

Pequeña anedocta infantil




Los restos de una fortuna torturante. Bajo horizonte, la ruta. Me voy, me voy, me voy ya!. Irse siempre es tan interesante como regresar, pero jamas vuelves a un mismo lugar, el efecto modificacion del tiempo vio? Los gritos a un papel, la magia del arbol que agoniza esta siendo liberada en tu desnudez. Y no resisto a los encantamientos, mis movimientos torpes de cangrejo hermitaño no me permiten esquivar los rayos inconexos y persistentes de aquella discipula de Merlin. A decir verdad la voluntad también se me ha relajado un poquito. Y te guste o no lo que esta destinado a crecer va a crecer porque para eso estan hechas la cosas. El viento te lanza los embriones y una explosión de mistica genetica acomoda dulcemente las fichas con asombroso y aparente azar. 

Cuando ella había terminado de comer el caramelo guardo en su bolsillo el papel y me acaricio con los dedos melcochados y como si estuviera violando el codigo civil me los lleve a la boca pa liberarlos de el edulcorado pegote y del sabor a libertad en perpetuo movimiento. Y yo estaba con tantas pero tantas ganas de jugar, y solo la miraba con ojos de pichon fiero que ha llegado al mundo para ver la primera tempestad y crecer su pájara existencia en un nido que florece, que florece en el centro de un incendio. Y se siente como cuando uno ha atravesado una larga enfermedad y en subita recuperación salta por la ventana del hospital semi desnudo y con las cicatrices apenas cerradas corre y corre son saber como, ni donde y menos porque. 

Y solo volvi a verla aquel dia, aquella tarde a orillas del rio de azufre. Rastros de una ansiedad mineral dejaban camino de hormigas entre la tierra pegada. Ella parada frente a mi con aliento piromaniaco. Yo tenia aquella pelota pequeña, colorida, flexible y combustible. En mis brazos tenia la energia suficiente como para viajarla de mano a mano, regalarle esos viajecitos ritualizados, envolverla en razon de ser. Un atronador grito de fuego basto para encender toda la pelota que quedo envuelta en llamas, frente a mis ojos, entre mis manos. Y yo sin poder deternem ni retenerme.

 Los fuegos fatuos, los puentes quebradizos, la colorida escena y yo ahi, pero ya no ahi. He asumido que crece un invierno entre los pasos que nos separan. Y se que no habra olvido limpiando la tierra pegada en la cara de los soldaditos que enterraste. ¿Jamas pensaste que tal vez no querian ser desenterrados? Tal vez solo hayan querido ser recordados y que su descomposicion haga crecer tu voluntad a su memoria. 

¿Que soledad padeces vos? ¿La que te hace sentir desintegrada del mundo porque las razones que te mueven no son fertilizadas por aqui? O la otra la lucia, la que se te pega por la ausencia de un representante del mundo en vos, la que lleva el blanco en el vientre, el blanco de los papeles sin escribir, el naranja del sexo floreciente, del deseo de abonar, de abonar deseo. Correr por el verde y sembrar, sembrar para que si el viento te trae de nuevo haya algo floreciendo. 

Enojos en ojos, ojos y encono. Yo solo estoy aqui lleno de todo. Las ruedas estan listas he engrasado el camino del viento, he orientado mi radar hacia el campo seco, el monte a medio caer, lo impenetrable, las calles tristes, las ciudades vacias, las miradas llenas, las conciencias niñas, los llantos que sueñan revoluciones y las revoluciones que nacen de los llantos...y con los dientes apretados te juro que me vas a ver pasar sobre ruedas y en el rastro te voy a dejar flotando una pregunta... 


 Luis Palacios


*Una fotografia de Daniel Burgos


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